Impresiona. Impresiona mucho. Aunque uno haya visto a lo largo de su vida muchas iglesias y muchas catedrales, el primer contacto visual con la catedral de Albi, en el corazón del departamento del Tarn, al sur de Francia, impresiona. No es fácil encontrar algo similar, con su esbeltez, su altura, su sobriedad. Y no es ajeno a todo el hecho que la catedral esté construida íntegramente con ladrillos.

Catedral de Albi
La Catedral de Santa Cecilia y el Palacio Episcopal de Albi, desde la otra orilla del río Tarn

Texto y fotos: Josep Maria Serra

A distancia, la catedral de Santa Cecilia, en Albi, rodeada por el Palacio Episcopal, ofrece una imagen pétrea, imponente. De cerca produce vértigo. Su campanario, de 78 metros de altura, se eleva al cielo de forma vertiginosa, y su planta, 113 metros de largo por 35 metros de ancho, la convierten en el mayor edificio del mundo construido íntegramente con ladrillos. La sobriedad y la humildad del ladrillo contrastan con la densidad de la construcción que llegó a formar parte de la muralla defensiva de la ciudad. Sus estrechos y altos ventanales y los redondeados contrafuertes que sobresalen del muro como si fueran toberas de lanzamiento le dan un aire como de nave espacial. Si nos colocamos al otro lado de la plaza Santa Cecilia y la miramos fijamente un buen rato, podemos llegar a pensar que en cualquier momento va a despegar rumbo al cielo.

Catedral de Albi
Vista de cerca la altura de los muros producen vértigo

¿Y qué dicen las guías turísticas de esta maravilla declarada con todo merecimiento  Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO? Pues que fue construida en el siglo XIII y finalizada entre los siglos XV y XVI en estilo gótico meridional. Que junto a ella se construyó el Palacio Episcopal, también declarado Patrimonio de la Humanidad y que hoy alberga entre sus gruesos muros el Museo Toulouse-Lautrec, con la mayor colección de obras de este artista nacido en Albi en 1864 en el seno de una adinerada familia y fallecido en 1901 a los 36 años de edad. Por cierto hablar de muros gruesos no es un eufemismo, ya que algunos llegan a alcanzar un grosor de 7 metros.

A todo esto es lícito preguntarse ¿a quien o a qué se debe la construcción de una catedral de esta envergadura?. En pocas palabras podemos afirmar que fue construida gracias a los cátaros o más bien a pesar de ellos. Entre los siglos X y XIV, los cátaros fueron extendiéndose por toda Europa, pero fue en Occitania donde lograron una presencia más destacada. Precisamente en Albi se congregó una abundante población de cátaros que, a menudo, son llamados albiguenses por este motivo. El catarismo preconizaba que había que seguir los preceptos de Jesucristo y el sermón de la Montaña,  y abominaban del derroche y la ostentación de la que hacía gala la iglesia católica. Esta humildad molestaba en gran manera a la iglesia oficial. Bernard de Castanet, nombrado obispo en 1276, fue el impulsor de la catedral. Quería demostrar a los cátaros que los católicos podían hacer algo grande, pero a la vez humilde. Eso sí, rodeó la catedral y el Palacio Episcopal de murallas por si su iniciativa no era del agrado de los habitantes del lugar. La construcción de la catedral duró 200 años y fue consagrada el 23 de abril de 1480 por el obispo Luis I de Amboise.

Hasta ahora no hemos hablado ni de los añadidos que, a modo de “tumor” se hicieron en el exterior de la catedral, ni del interior. En la puerta de entrada, a finales de la Edad Media se construyó un dosel de piedra que rompe la elegante monotonía del ladrillo. Con estilizadas esculturas, en los pilares se pueden ver dos relojes de sol que datan del siglo XVII y que fueron restaurados en el 2008. Uno mira hacia el este y da la hora por la mañana, y el otro hacia el oeste y da las horas por la tarde.

Traspasado este dosel de piedra se entra a otro mundo. La simplicidad de los muros exteriores deja paso a un interior totalmente decorado con frescos. De hecho no hay ni un solo rincón de pared o techo sin pintar. En total 18.500 metros cuadrados de pinturas. Los frescos de Santa Cecilia representan la mayor superficie de frescos del Renacimiento en Francia. Hay escenas, como el gran juicio final que rodea el altar, o decorados geométricos. En el interior también descubrimos el coro alto de los canónicos, el gran órgano Moucherel, un instrumento con dimensiones fuera de lo común (16,40 m de largo por 15,30 m de altura), o la Sala del Tesoro.

Tras visitar la Catedral de Santa Cecilia y el Palacio Episcopal con el Museo de Toulouse-Lautrec, toca pasear por los alrededores y disfrutar de las callejuelas y plazas que aún conservan edificios medievales. También es aconsejable cruzar el río Tarn por el puente medieval, uno de los mejores conservados de Francia, y disfrutar de las vistas desde la otra orilla.

 

Restaurante con siesta
Camas como esta son las que estarán a disposición de los clientes para realizar la siesta

El 23 de octubre del 2018 abre sus puertas en la ciudad de Toulouse (Occitania, Francia) un restaurante en el que los clientes pueden finalizar su comida con una siesta. Se trata del Sixta (que significa siesta en latín), y está ubicado en la rue Bayard, cerca de la estación Matabiau. Es un establecimiento vegetariano con una oferta de alimentos sin gluten. Quienes deseen hacer una siesta, en Sixta disponen de un espacio modular compuesto por seis camas envueltas con una tela en forma de capullo que puede cerrarse y están insonorizadas, y que pueden ser utilizadas a lo largo de toda la jornada. Los clientes tienen a su disposición una carta de siestas:
La siesta clásica, 6 euros.
La siesta musical, 8 euros.
La siesta del fakir, 10 euros.
La siesta hipnótica, 12 euros.

Información práctica:
Sixta
28, rue Bayard, Toulouse.
Contacto: contact@sixta-toulouse.fr o +06 60 44 09 96
Abierto de martes a sábado de 12 a 19 horas.

El traqueteo de la bicicleta, el viento en la cara, el movimiento de las hojas de los árboles, el silencio. El camino sigue paralelo a las aguas y permite al paseante ávido de tranquilidad disfrutarlo como si no hubiera otro lugar mejor en el mundo. Porque esto es lo que es el Canal del Mediodía (Canal du Midi) en la actualidad, un lugar ideal para pasear. Conocida es la posibilidad de alquilar una embarcación durante algunos días para navegar por sus aguas, pero también puede recorrerse a pie, en patinete, en patines o en bicicleta. Tan solo es necesario no tener prisa.

Texto, fotos y vídeo: Josep Maria Serra

El Canal del Mediodía une Toulouse con Séte en el Mar Mediterráneo, y enlaza hasta Burdeos por el canal lateral del Garona. El conjunto, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se conoce como el Canal de los Dos Mares. Una enorme brecha que comunica mares y corta Francia por la mitad. En sus orígenes, que se remontan al siglo XVII, las aguas eran surcadas por enormes gabarras cargadas de mercancías, y que eran remolcadas mediante tracción animal, normalmente caballos. Estos caminaban por el camino de sirga que corría paralelo al canal y que hoy es el utilizado para pasear junto a sus aguas. El camino está surcado por enormes plátanos centenarios, árboles que desde hace siglos forman parte del paisaje de Francia.

El camino, llano y sin apenas repechones, nos permite disfrutar del paisaje sin cansarnos. De vez en cuando nos cruzaremos con otros ciclistas u otros paseantes, siempre, eso sí, que no vayamos en verano o en fin de semana cuando está más transitado. A diferencia del recorrido en barco, no nos tendremos que parar en las exclusas, por lo que nosotros seremos los que marquemos el ritmo. Tan solo en el departamento de la Alta Garona (Haute-Garonne) se pueden recorrer más de 40 kilómetros por el canal. Un buen lugar para iniciar el camino es en el área de servicio de Port Lauragais, donde además de poder realizar una buena comida en el restaurante La Dinée. En esta área podemos alquilar una embarcación para varios días y si queremos pedalear hay un buen número de lugares donde podremos alquilar una bicicleta.

Saint-Ferreol
El dique que retiene las aguas del embalse de Saint-Ferréol tiene una longitud de 780 metros

Pierre-Paul Riquet es un nombre del que seguro oiremos hablar durante nuestra visita al Canal. Él fue su ideólogo, constructor y también quién lo pagó. Se construyó entre 1666 y 1681 bajo la supervisión Riquet, que fue nombrado barón de Bonrepos, a raíz del éxito de su empresa. El canal se nutre de las aguas que se almacenan en el Lac de Saint-Ferréol, en realidad un enorme embalse también construido por Riquet y que recoge las aguas que descienden de las montañas negras. El dique de este embalse tiene una longitud de 780 metros, y junto a él se halla el museo del Canal du Midi y la Hotellerie du Lac, un establecimiento desde el que se disfruta de magníficas vistas sobre el lago/embalse.

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Es ampliamente conocido que d’Artagnan, el célebre mosquetero francés pensado y escrito por Alexandre Dumas, era gascón. No lo es tanto que el personaje estaba inspirado en Charles de Batz de Castelmore, nacido entre 1611 y 1615, en el Château de Castelmore, a pocos kilómetros de Lupiac, un pequeño pueblo ubicado en la región de Gers, el corazón de la Gascuña. La vida de este mosquetero y sus tres compañeros ha sido trasladada en numerosas ocasiones al cine, a la televisión e, incluso, se hizo una serie de dibujos animados protagonizada por canes, “D’Artacan y los tres mosqueperros”.

“El mismo día el joven se puso en camino, provisto de los tres presentes paternos y que estaban compuestos, como hemos dicho, por trece escudos, el caballo y la carta para el señor de Tréville; como es lógico, los consejos le habían sido dados por añadidura.”

Alexandre Dumas

Gers
El paisaje de Gers recuerda el de la Toscana (Collection Tourisme Gers)

D’Artagnan inicio su camino hacia París aproximadamente en 1625 a lomos de “una malhadada jaca amarilla” cuya visión hacía “florecer sonrisas en los rostros de los que pasaban”. Burlas que provocaron un sin número de conflictos entre el joven y los que osaban burlarse de él y de su montura. Cuatrocientos años después podemos emularlo sin necesidad de buscarnos problemas por el camino. Para hacerlo nada mejor que seguir la Ruta Europea de d’Artagnan, una iniciativa de la Association Européenne de la Route d’Artagnan – AERA.

Iniciamos nuestro recorrido en Lupiac, en uno de los castillos más antiguos de Gascuña fortificados en 1090. El pueblo actual ha conservado su forma original, pero perdió sus murallas. El 12 de agosto de 2012, el primer festival dedicado al famoso Mosquetero tuvo lugar en el 400 aniversario de su nacimiento. Desde verano de 2015, el pueblo de Lupiac alberga la primera estatua ecuestre de d'Artagnan en el mundo.

En la entrada de Lupiac, en el camino hacia el castillo, hallamos una capilla junto a un gran edificio. Anteriormente ubicado fuera de las murallas, este edificio se transformó en un hospicio dedicado a los peregrinos de Santiago de Compostela. La antigua capilla de St-Jacques D'Artagnan se convierta en el Museo d’Artagan en 1998. En el museo encontramos un recorrido visual y sonoro, un circuito de exposiciones y una película de que narra la vida de los más famosos gascones, ya sean de ficción o reales. En el museo hay muchos documentos, reproducciones de obras relacionadas con la historia real de D'Artagnan, carteles de películas dedicadas al héroe gascón sin olvidar las escenas recreadas con figuras de cera.

La estatua de D'Artagnan en Lupiac (Collection Tourisme Gers)
La estatua de D'Artagnan en Lupiac (Collection Tourisme Gers)

A medio camino entre el Atlántico y el Mediterráneo y debido a su paisaje de suaves colinas, Gers-Gascuña es una región conocida como la Toscana francesa. Su territorio está sembrado por más de quinientos castillos y cuatrocientos lagos. La suavidad del clima y el arte del buen vivir seducen a los viajeros que se pueden dejar guiar por el camino del Foie gras, del Armagnac o del vino, para honrar las especialidades de la región. Así podrán los visitantes relajarse en los albergues o casas rurales en perfecta armonía con el medio ambiente.

Las rutas, que pueden hacerse a pie o a caballo, son la de los Mosqueteros, que parte de Lupiac, la de Madame d'Artagnan, que llega hasta Bélgica en diversos tramos, la de los cardenales, por la costa Atlántica hasta Rochefort, la del Infante, desde Aira hasta Carcasona, y la Real, por los alrededores de París.

Cuando la tierra, la luna y el sol están alineados, Bretaña se transforma en un escenario perfecto para observar el fenómeno de las Grandes Mareas con un coeficiente de al menos 90. ¡En Saint-Malo, la mareas llegan a coeficientes superiores a 100. ¡Que comience el espectáculo!.

Saint-Malo
Las murallas de Saint-Malo son una magnífica atalaya para ver las grandes mareas (foto: Yannik Le Gal)

Saint-Malo es escenario de las mayores mareas de Europa debido a la situación geográfica de la Bahía de Saint-Malo. Durante las Grandes Mareas, cuando el Atlántico entra en el embudo que es el canal de la Mancha, las olas llegan muy rápido y con mucha fuerza. La diferencia de altura entre marea baja y marea alta es tan excepcional en Saint-Malo que puede alcanzar los 13 metros.

Donde mejor se contempla este sobrecogedor espectáculo es a lo largo del dique du Sillon y en Rochebone sobre todo si sopla un viento fuerte de noroeste ya que el impacto de las olas es extraordinario recubriendo muchas plazas de la ciudad corsaria.

Con marea baja, el mar desvela sus tesoros tanto en la arena como en las rocas. Cangrejos, gambas, almejas… las familias y los aficionados al marisqueo disponen de una horas para llenar sus cubos antes de que vuelva a subir la marea.

Además de Saint-Malo, existen otros lugares para disfrutar de este fenómeno de la naturaleza. Las grandes mareas permiten acceder a zonas del litoral que no suelen ser accesibles a pie como  la bahía de Saint-Brieuc y su reserva natural, Roscoff y el amplio campo de algas que se cosechan manualmente para la cosmética, la agricultura o la alimentación.

Mont-Saint-Michel
Cuando la marea está baja, desde el Mont-Saint-Michel no se ve el mar (foto: Josep Maria Serra)

Mont-Saint-Michel
En la bahía del Mont-Saint-Michel, dicen que el mar sube a la velocidad de un caballo al galope. Si bien es algo exagerado, la marea puede alcanzar los 6 km/h. Algo aún más impresionante es que, durante las grandes mareas de equinoccio, el mar retrocede unos diez kilómetros y sube hasta rodear por completo el Mont-Saint-Michel. No es para nada sorprendente que esta bahía forme parte del patrimonio mundial de la UNESCO.

Islas accesibles únicamente con marea baja
A lo largo de la costa bretona, múltiples islas salpican el mar y muchas sólo se pueden alcanzar gracias a rutas sumergidas que se desvelan únicamente con marea baja. La isla Callot en la bahía de Morlaix, la isla Berder en el Golfo del Morbihan o la isla de la Comtesse en Saint-Quay-Portrieux, forman parte de estas pequeñas islas que se pueden visitar cuando se retira el mar.

Calendario de mareas

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El único abono Pyrénées 2 Vallées accede a todas las pistas de esquí de Saint-Lary-Soulan, Peyragudes, Piau Engaly y Val Louron, junto a otros servicios varios après-ski

Los centros invernales de valle de Aure y Val Louron, como se aprecia en Peyragudes, mantienen grandes cantidades de nieve hasta la primavera. Foto: Elisabeth Esporrín

Saint-Lary-Soulan, Peyragudes, Piau Engaly y Val Louron se unen este invierno con un solo forfait. El abono “Pyrénées 2 Vallées” dará acceso a las cuatro estaciones del Pirineo francés, ubicadas en los valles de Aure y Louron, con un total de 247 km de descensos.

Las cuatro pistas al otro lado de la frontera, previo paso por el túnel de Bielsa, ofrecerán un gran dominio esquiable. El forfait será válido para un máximo de ocho días consecutivos.

El valle de Aure y Louron, unidas por pistas en un sólo abono

Una vista de Saint Lary durante la temporada de esquí. Foto: Saint Lary

El esquiador podrá adquirir la tarjeta “Pyrénées 2 Vallées” previo pago de 20 euros. A partir de aquí, sólo se cobrarán los días esquiados por domiciliación bancaria con descuentos de entre el 10 y el 15%.

Así mismo, el pase da acceso ilimitado a Ludéo (que se encuentra en Loudenvielle). También se podrá entrar a la piscina municipal de Saint-Lary-Soulan. Sin obviar, los aparcamientos Orédon y telesilla arándanos en Val Louron.

Saint Lary Soulan

El centro abre un imponente espacio invernal, incluyendo un amplio centro termo-lúdico. La estación de Saint Lary abre tres sectores para la práctica del deporte blanco. Saint Lary 1700 “Pla d’Adet” es la zona de las familias, Saint Lary 1900 y Saint Lary 2400, con pistas de alto nivel, es el enclave del freeride y freestyle. Conectados entre sí, conforman el centro invernal y termal de los Altos Pyrenées.

Peyragudes

Plano de pistas de Peyragudes

Peyragudes es un centro que nace de la fusión de las estaciones de Peyresourde y Les Agudes. Sus casi tres décadas de funcionamiento son el mejor aval de un moderno centro invernal. Un vasto dominio de 1500 hectáreas y 60 Km de descenso de nieve polvo, entre los 1600 a 2400 m.

Piau Engaly

Plano de pistas de Piau Engaly

Funcional y muy deportiva.  A tan sólo tres kilómetros del túnel de Bielsa, Piau Engaly descubre una estación de vanguardia. Las cumbres a más de 3000 m y la exposición del dominio esquiable aseguran la abundancia y la conservación de la nieve.

Val Louron

Plano de pistas de Val Louron

Expuesta en plena naturaleza, Val Louron domina los valles de Aure y de Louron. La estación de esquí se traduce en el lugar ideal para reponer fuerzas junto a la familia. Se trata de uno de los espacios familiares aptos para los principiantes de todo el Pirineo.

Más reportajes y actualidad sobre deportes de invierno en:

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Es alto, apuesto y simpático. Atiende a cualquiera que se le acerca como si estuviese tratando con sus vecinos de toda la vida. Todo el mundo lo conoce, fue un famoso jugador de rugby en sus mejores tiempos. Ahora se apoda Bebelle, en honor a su padre, y regenta un puesto en el mercado de la ciudad de Narbona. De hecho, él mismo asegura que conoció y aprendió del célebre Pinocho, del barcelonés Mercat de la Boqueria. Lo más curioso es verlo en plena acción: él pide la carne al carnicero del puesto de en frente y éste se la pasa por los aires como quien pasa un balón de rugby. Él, por supuesto, la coge sin mirar, con una mano y con la destreza de quien ha jugado durante tanto tiempo. Digno de presenciar.

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Texto: Judit Vela
Imágenes: Judit Vela y Tryptic Comunicació

Al Mercado Les Halles hemos llegado después de atravesar el río que cruza la ciudad, por un puente decorado con flores a ambos lados. Desde el Puente de los Mercantes pueden observarse las barcas y las casas viejas de colores ocres y gastados por el paso del tiempo, una postal que hace que resulte imposible no sacar la cámara. De hecho, el Canal de la Robine ha sido declarado Patrimonio Mundial por la Unesco. La luz ilumina el paseo de árboles por el que hemos caminado hace un momento. Estamos en Narbona. Un lugar poco explotado por las revistas y blogs de viajes, uno de esos rincones que ocultan entre sus muros historia, arte y cultura, a tan solo dos horas en tren desde Barcelona. A veces tenemos la mala costumbre de viajar lejos buscando algo que, en realidad, tenemos a pocos pasos de la frontera.

Narbona, tierra de historia

Narbona
Calles del casco antiguo de Narbona, Francia

Tuvo su tiempo de gloria. Narbona fue la capital de la Galia romana, atravesada por la Vía Domitia. Era un paso obligado para ir desde Italia a España. Podemos observar los restos de esta vía en la misma plaza del Ayuntamiento. Hoy los niños juegan en ella, pisando lo que un día pisaron las legiones romanas. La guía nos explica que el Ayuntamiento, afortunadamente, tomó la decisión de dejarla al descubierto. A pocos pasos de allí encontramos la catedral de San Justo y San Pastor, olvidada por quienes debieron acabarla para que fuese una de las cuatro catedrales más grandes de Francia. Aun así deja más que satisfecho al visitante, con ese estilo gótico que tanto nos recuerda a la de Notre Dame de París. A través de una callejuela a la sombra llegamos al museo de la ciudad. En él, la guía nos explica la curiosa historia de la vizcondesa Ermengarda, una figura popular muy querida por las gentes de Narbona. Luchadora, inteligente, protectora de trovadores y con una vida digna de plasmar en una película hollywoodense. Para acabar la visita, la guía nos cuenta que en 2016 se pondrá en marcha el proyecto para construir el segundo museo romano más grande del mundo.

Les Grands Buffets, un sueño gastronómico

Nuestro estómago empieza a rugir. Tenemos la gran suerte de estar en la ciudad que acoge el mejor bufet libre de Europa. ¿Bufet libre? Sí, pero muy alejado de la idea tradicional de bufet y de la típica imagen que nos viene a la cabeza: mucha gente, demasiadas colas y mala calidad. Para los amantes del buen comer, Les Grands Buffets es todo un sueño hecho realidad: alta cocina francesa sin límite y sin necesidad de vaciarse los bolsillos. Elegancia, orden, limpieza y tranquilidad. Una vez allí, te das cuenta de que no hay necesidad de empacharse. Sabes que volverás en algún momento y podrás probar lo que no pruebes la primera vez.

El recorrido es sencillo. Cuatro grandes apartados: La Rostissérie, La Mer, La Fromage y La Pastissérie.  El centro del restaurante nos atrae por su olor a brasas y asado: en él se encuentra La Rostissérie. Los chefs cocinan los platos al momento, a la vista y al gusto de quien espera perplejo y hambriento al otro lado del mostrador. Entrecots, magret de pato, langosta o bogavante, entre muchos otros. Aunque quizás seas más de pescado. Si es así, tu lugar es La Mer: infinita variedad de mariscos como las ostras de Gruissan, mejillones, salmón ahumado

Les Grands Buffets (3)
La Rostissérie, Les Grands Buffets (Narbona)

Pero, quizás, lo más impresionante sea La Fromage: más de 40 variedades de queso. Y aun así, el propietario de Les Grands Buffets, Louis Privat, nos cuenta que no está conforme. Quiere llegar a tener 80 tipos de quesos. Y es que Francia tiene una curiosa tradición que puede verse también en algunos hogares españoles: comer queso después de comer, como postre. Aun así, para aquellos que prefieran postre dulce, está La Pasissérie. El paraíso de los golosos, con 100 postres a elegir entre los que se encuentran macarons, crepes, milhojas, bizcochos, etc.

La Fromage, Les Grands Buffets - Narbona
La Fromage, Les Grands Buffets (Narbona)

No podemos dejar de mencionar los vinos, a precio del distribuidor. Una selección de 70 variedades de toda la región del Languedoc-Roussillon. Oh la lá, Narbona. Nuestro estómago sigue rugiendo, pero esta vez no es por el hambre. Son las mariposas que aletean en nuestro interior después de habernos enamorado irremediablemente de ti. Volveremos a escaparnos pronto para disfrutar de tus encantos con la certeza de saber que viviremos un día singular y memorable. À bientôt!

Precios: Les Grands Buffets 29,90€ (sin bebida). Niños hasta 5 años gratis. Niños de 6 a 10 años 14,95€.

Cómo llegar: Tren Renfe-SNCF, dos horas Barcelona-Narbona. Les Grands Buffets se encuentra a 20 minutos de la estación caminando, aunque también se puede llegar en autobús.

Actualmente está muy en boga una modalidad de viaje denominada turismo deportivo. Para los aficionados al deporte, los eventos deportivos que se celebran a lo largo del año suponen una oportunidad de viajar a distintas partes del mundo acompañando a su equipo o disfrutando de eventos únicos como los Juegos Olímpicos que se celebran cada cuatro años en distintos países.

Por ejemplo, se puede aprovechar la próxima final de la Champions League para viajar a Milán, o visitar Londres durante la celebración de Wimbledon, uno de los Grand Slam de tenis de la temporada. Precisamente sobre esta compertición ya se pueden realizar apuestas al ganador. Otras alternativas para las vacaciones de los aficionados a los deportes son el Giro de Italia, el Tour de Francia o la Vuelta a España.

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Este verano Francia acogerá la Eurocopa de fútbol

Entre el calor del trópico brasileño y el encanto francés

2016 va a ser un año cargado de grandes eventos deportivos. En concreto el verano de este nuevo año va a albergar dos importantes celebraciones en dos continentes muy distintos. Por un lado en la Vieja Europa, concretamente en Francia, tendrá lugar la Eurocopa de fútbol, mientras que Sudamérica acogerá por primera vez unos Juegos Olímpicos.

Ambos eventos van a congregar grandes cantidades de personas ávidas de disfrutar no sólo del deporte, sino también del entorno que lo acoge.

Aquel al que le interese acercarse a la decimoquinta edición del torneo europeo de alto nivel futbolístico, deberá saber que va a poder elegir entre numerosas y muy bellas ciudades francesas como Burdeos, Lyon, Marsella, Niza o París, encargadas del albergar los eventos futbolísticos desde mediados de junio hasta mediados de julio.

Por otro lado, este mismo verano se va a celebrar en Brasil uno de los acontecimientos deportivos más importantes del mundo: la vigésimoctava edición de los Juegos Olímpicos. Brasil ha organizado el evento en 32 lugares de competición que se distribuirán en cuatro regiones de la ciudad de Río de Janeiro, todas ellas espléndidos lugares para disfrutar de una visita turística completa por Río. Deodoro, Barra, Maracana y la famosa Copacabana con su espectacular playa en forma de media luna acogerán a deportistas, viajeros y veraneantes.

Viaje hacia la Rusia del Mundial

Los viajeros más previsores, pueden ir preparando el trayecto hacia Rusia para celebrar la vigésimoprimera edición de la Copa Mundial de Fútbol. La fecha para uno de los eventos futboleros más esperados es del 14 de junio al 15 de julio de 2018 y será la primera vez que un país de la Europa Oriental lo albergue.

Rusia ha confirmado que el Mundial se extenderá a lo largo de 11 ciudades. A excepción de Ekaterimburgo, que es una oportunidad de visitar y disfrutar la Rusia más asiática, el resto de ciudades se encuentran situadas en la parte europea del país. Moscú y San Petersburgo son dos de los puntos más turísticos, pero Kazán, a orillas del Volga, o Nizhni Nóvgorod, considerada por la Unesco una de las 100 ciudades del mundo con mayor valor histórico y cultural del mundo, son dos opciones originales y más que interesantes para tener en cuenta en un viaje por el país ruso.

Erasmus… ¡ay, el Erasmus! O habéis hecho uno o, seguramente, os quedasteis con las ganas. Una de dos. No hay más opciones. Visitando Montpellier dan ganas de volver a la universidad únicamente para elegir el Erasmus en esta joven ciudad. Pero, ¿y si no hiciera falta volver? ¿Y si pudiéramos plantarnos allí en menos de 3 horas desde Barcelona para escaparnos cualquier fin de semana?

judit-vela Texto y fotos: Judit Vela

Es así. Desde 2013, Renfe y SNCF, dos de las grandes, crearon una alianza que hizo posible viajar de España a Francia -y viceversa- en trenes de alta velocidad. Nada más y nada menos que conectando Madrid, Zaragoza, Tarragona, Barcelona, Girona y Figueres en España y Perpignan, Narbona, Beziers, Agde, Sète, Carcasona, Toulouse, Montpellier, Nimes, Aviñón, Aix en Provence, Marsella, Valence, Lyon y París en Francia.

Paisaje desde el tren RENFE-SNCF
Paisaje desde el tren de alta velocidad RENFE-SNCF

Y es que… el tren, ¡ay, el tren! Y todo lo que tiene de bueno. Que les pregunten a los protagonistas de Before Sunrise. En un tren todo es posible. Desde leer un buen libro mientras tomas un café cómodamente hasta enamorarte de un desconocido tras un irresistible duelo de miradas. En un punto de nuestro trayecto nos sentimos flotando sobre el agua.

Y, de repente, Montpellier, que una vez perteneció a la Corona de Aragón y que hoy nos saluda con un sol como el que atrae a los extranjeros a España. Igualito. Y unos originales tranvías ilustrados. Cada línea representa un elemento: aire, agua, tierra y fuego (ya no tan parecido a lo nuestro).

Place de la Comédie, Montpellier
Place de la Comédie, centro neurálgico de Montpellier

Nos dirigimos al centro neurálgico de la ciudad: la Place de la Comédie, repleta de terrazas, cafés y gente por todas partes. En ella destaca la Opéra Comédie, con una fachada que recuerda sospechosamente a la de París, al igual que las de los demás edificios. Frente a la Opera, las Tres Gracias se erigen en una escultura que también hace de fuente. Nos cuentan que antiguamente estaba mal visto que tres cuerpos desnudos (aunque fuesen de piedra) se exhibieran en un espacio público. Hoy en día, los habitantes de Montpellier ni siquiera se paran a admirarla. Bien al contrario que nosotros, los viajeros. Nos sorprende lo muy limpia y cuidada que está la ciudad, a pesar de que casi una cuarta parte de los habitantes sean estudiantes. Qué malos son los tópicos.

La cultura se respira en el aire. Y se saborea, sobre todo si comes en un Centro de Cultura Contemporánea. En Montpellier es posible desde que La Panacée abrió sus puertas. Estamos en el único centro cultural en Francia que posee viviendas equipadas para los estudiantes. Haciendo honor a su nombre, “Panacea” -un antídoto que todo lo cura-, después del descanso y la visita nos sentimos con suficiente energía para continuar.

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La Panacée, Centro de Cultura Contemporánea de Montpellier

Por sus calles estrechas y empedradas encontramos desde medias bicicletas incrustadas en paredes de edificios hasta enormes trampantojos (pinturas que recrean fachadas), pasando por iglesias reconvertidas en museos. Arte urbano por doquier. Y leyendas. En Montpellier podemos descubrir el origen del famoso refrán sobre el perro de San Roque (sí, el que no tenía rabo). La ciudad puede visitarse en un día, pero precisamente por estos detalles merece la pena dedicarle, al menos, un fin de semana. Y perderse. Y volver a pasar por una misma calle para descubrir lo que antes no habíamos visto.

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Calles empedradas en Montpellier

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Iglesia reconvertida en sala de exposiciones y bandera francesa en el Arco del Triunfo de Montpellier

La Facultad de Medicina en funcionamiento más antigua del mundo está justo aquí. Entre sus muros estudiaron personajes tan conocidos como Nostradamus o Ramon Llull. Podéis imaginar lo emocionante que resulta visitarla. Y, como siempre, no podemos ignorar lo increíble de observar una ciudad desde sus alturas. En Montpellier, lo comprobamos una vez más desde lo alto de su particular Arco del Triunfo.

Montpellier, la capital de la región Languedoc-Roussillon, tiene todos los ingredientes para evitar que nos queramos marchar. Es combinación de lo antiguo y lo nuevo. Es universitaria y cosmopolita. Es la ciudad del sol. Entre los Aples y los Pirineos, a 7 kilómetros del mar. Llena de vida, diurna y nocturna. Y muy cerca. Lista para que la visitemos. ¡Pasajeros, al tren!

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Estación de tren de Montpellier

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Llegada del tren RENFE-SNCF y vistas del atardecer

Agradecimientos a:

Renfe SNCF

Tryptic comunicació

Es verano, estás de vacaciones y has ido a parar nada más y nada menos que a la ciudad del amor. Has programado pasar unos días en la majestuosa y romántica ciudad de París pero a pesar de todo el encanto que tiene la capital francesa deseas huir un día del bullicio de la gente y del tráfico. Pues bien, los jardines de Versalles pueden ser tu mejor opción, y más aún si es para pasar un día de pícnic.

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Fuente de Neptuno

Christian Rico

 

 

Texto y fotos:
Christian Rico Moreno

Pasar un día de pícnic en los jardines de Versalles no es un plan complejo. Primero  debes llegar hasta allí y pagar la entrada a los jardines, a no ser que puedas disfrutar de alguna de las numerosas tarifas reducidas o gratuitas. Lo más difícil es quizás la preparación de tu pícnic, aunque todo depende de tus gustos. Si eres de esas personas a las que les gusta programarlo todo con antelación y hacer las cosas bien tendrás que pensar en llevarte una cesta, prepararte la comida, llevar cubiertos, un mantel, una manta, en fín todo lo necesario para tener un pícnic de ensueño. El lugar bien lo merece.

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Jardines de María Antonieta

En cambio, si eres de los que les gusta improvisar y hacerlo todo a última hora tu máxima dificultad será la de encontrar cualquier sitio donde comprar comida cerca de los jardines, sentarte donde más te guste, y disfrutarla como si no hubiese mañana. Cualquiera de las dos opciones te sabrá a gloria. En los jardines todo sabe como si fuese de primera categoría.

Pero lo importante de tu pícnic en estos encantadores jardines no es qué vas a comer o qué te vas a llevar y cómo, sino más bien qué te ofrece ese gran paraje y cómo aprovecharlo con la compañía que llevas contigo, ya sea tu pareja, amigos, familia o incluso solo. En este plan no se excluye a nadie. Y es que para empezar si los jardines de Versalles ofrecen algo para pasar un fabuloso día de picnic es espacio, mucho espacio. Hay sitio para todos. Los jardines son kilométricos y puedes elegir una infinidad de lugares para sentarte y disfrutar de la jornada. Por un lado tienes zonas más transitadas como puede ser el césped que hay junto las barcas o al lado de la fuente de Neptuno (ten cuidado, si te relajas puede haber algún chapuzón). Y por el otro lado tienes zonas más tranquilas como son algunos de los cuadros de césped perdidos en los jardines, por los que no pasa nadie. La intimidad no te vendrá mal, sobre todo si vas con tu pareja. También si viajas con niños y no quieres estar todo el rato pendiente de ellos. Hay que ser práctico.

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Casita de cuento en los jardines de María Antonieta

Aparte del espacio, los jardines de Versalles te permiten estar en un entorno majestuoso y monumental en el que te sentirás como un verdadero rey. La ornamentación preside cada uno de sus rincones, por lo que tienes muchos destalles para observar, sobre todo en el monumental y dorado palacio. Pero si te gusta más la fantasía lo mejor que puedes hacer es ir a los jardines de María Antonieta, donde no podrás evitar sentirte como si estuvieses en un cuento de hadas. Nada más entrar tienes su coqueto palacio, que es muy rápido de visitar, y más adelante encontrarás una gran variedad de estanques y casitas de cuento donde te sentirás como la mismísima Blancanieves. O como uno de sus enanitos. Durante mi visita incluso se me aparecieron unos cuantos pitufos. ¡En los jardines puede ocurrir cualquier cosa!

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Jardines de María Antonieta en Versalles

Y es que los jardines de Versalles no son sólo para comer y hacer la visita sino que son un entorno ideal para leer una novela, para llevarte juegos y disfrutar con tus niños, para ponerte la música que más te guste y bailar o incluso para hacer la siesta (aunque esto último no es que sea muy francés). También puedes ir a las barcas para jugar a los piratas, para hacer carreras o intentar asaltar la barca vecina (aquí sí que es verdad que no te escapas de ese chapuzón). Todo depende de la experiencia que quieras vivir y de las ganas que tengas de aprovechar tu día de picnic en este paraje del que nunca te vas a olvidar. Sobre todo si se te aparece algún que otro ser fantástico.